Aprovechando que esta temporada iré a Japón, hoy hablaremos de los monjes maratonianos, y su camino spiritual.
Dentro del conjunto de prácticas religiosas que se realizan en Japón podemos encontrar el Kaihōgyō.
El Kaihōgyō (回峰行) (Rodeando la montaña) es el conjunto de las etapas espirituales que hacen los "monjes maratonianos" del Monte Hiei (este término lo utilize por primera vez John Stevens), al norte de Kioto. Estos monjes son de la escuela budista Tendai, una denominación llevada a Japón por el monje Saichō en 806 de China.
Esta práctica comienza recorriendo 40 km al día, durante cien días al año, así durante tres años.
Los dos años siguientes serán 40km durante doscientos días al año.
El séptimo año correrán 84km durante cien días y 40km durante otros cien, para terminar, siete días en los que los monjes no beben, comen o duermen, y deben meditar y recitar sutras levantándose solamente una vez al día para hacer una ofrenda de agua al templo.
A la dureza de la prueba hay que añadir que estos corredores llevan indumentaria de monje, con alpargatas, caminando por terrenos montañosos, practican una dieta frugal y duermen unas pocas horas al día. También llevan una soga y una daga a la cintura para suicidarse por si no lo consiguen, aunque nadie lo ha hecho desde el siglo XIX.
Y aquí un documental de los monjes maratonianos.
Dentro del conjunto de prácticas religiosas que se realizan en Japón podemos encontrar el Kaihōgyō.
El Kaihōgyō (回峰行) (Rodeando la montaña) es el conjunto de las etapas espirituales que hacen los "monjes maratonianos" del Monte Hiei (este término lo utilize por primera vez John Stevens), al norte de Kioto. Estos monjes son de la escuela budista Tendai, una denominación llevada a Japón por el monje Saichō en 806 de China.
Esta práctica comienza recorriendo 40 km al día, durante cien días al año, así durante tres años.
Los dos años siguientes serán 40km durante doscientos días al año.
El séptimo año correrán 84km durante cien días y 40km durante otros cien, para terminar, siete días en los que los monjes no beben, comen o duermen, y deben meditar y recitar sutras levantándose solamente una vez al día para hacer una ofrenda de agua al templo.
A la dureza de la prueba hay que añadir que estos corredores llevan indumentaria de monje, con alpargatas, caminando por terrenos montañosos, practican una dieta frugal y duermen unas pocas horas al día. También llevan una soga y una daga a la cintura para suicidarse por si no lo consiguen, aunque nadie lo ha hecho desde el siglo XIX.
Y aquí un documental de los monjes maratonianos.